Mientras la legión aumenta, Pixies se recupera. Justo cuando todo mundo profesa su amor a Pixies y se genera la euforia por su primera visita a México, el grupo se mantiene en esa ola de mutilación y sigue en ese mutismo interior que se supera con la idea de que en sólo seis años crearon estridencia y genialidad, heredadas a muchas bandas en la actualidad.
Frank Black admitía antes de la reunión en el año 2004 que siempre había soñado con recuperar a su banda, era “como esos sueños escolares, he soñado conciertos y estamos juntos, pero todo falla y no conozco las canciones, la gente se da la vuelta y abandona el concierto. Eso es lo que temo, ser un gran fracaso”. Pero, ¿cómo podría fracasar Pixies?, sobre todo cuando su legión de seguidores ha crecido año tras año, si el grupo acuñó el estilo que muchos seguirían (simplemente Nevermind de Nirvana no hubiera llegado a ninguna parte si no hubiera existido Doolittle de Pixies y ningún indie puede negar el impacto de sus cinco discos). Así que, ¿cómo podría fracasar un grupo que ha sido esperado durante tanto tiempo?.
Aquellos que tuvieron mucha paciencia a lo largo de la década de los 90s y que sólo vieron sus sueños medio cumplidos con una tonelada de recopilaciones, discos en vivo y lados B, ven su anhelo realizado con esa reunión que finalmente nos alcanza. Los fans (esos infernales seres que llevan cantando más de dos décadas no sólo el disco Doolittle y Where Is My Mind?) conocen el secreto, conocen la carrera de altibajos internos, letras cargadas de sarcasmo y violencia, saben perfectamente que cada canción refleja esas olas y la sensación de que enfrente tienes un gran grupo que debería permanecer en el anonimato, tan sólo para guardarlo de la mirada de extraños.
Pero Pixies ya no es el grupo para extraños, es la banda que regresó por dinero y que crea euforia (sobre todo en estos días en México) y la que nos muestra su peor cara en LoudQUIETLoud, el documental donde vemos todavía las rencillas, los problemas de comunicación, el atronador silencio y el siempre presente recuerdo de que el 14 de enero de 1993 el vocalista Black Francis disolvió el grupo a través de un amable fax.
Tal vez de la misma forma descubrieron la posibilidad de reunirse nuevamente, pero dejemos eso a un lado, no importan los motivos, las razones y el hecho de que sabemos que no nos darán una nueva producción discográfica... en este momento, en que los sueños finalmente se concretan, eso es lo que menos nos importa. La resurrección causa emoción, todas las canciones bizarras que han rozado nuestro cerebro durante años finalmente tendrán un sentido, aún así todo resultará como una pesadilla que se transforma en sueño húmedo, porque sólo existe una definición para Pixies, según su propio vocalista, “confusos”.
Si, tal vez nos van a saquear el bolsillo. Sí, habrá muchos villamelones. ¿Pero qué importa? Pixies finalmente viene a México.
Frank Black admitía antes de la reunión en el año 2004 que siempre había soñado con recuperar a su banda, era “como esos sueños escolares, he soñado conciertos y estamos juntos, pero todo falla y no conozco las canciones, la gente se da la vuelta y abandona el concierto. Eso es lo que temo, ser un gran fracaso”. Pero, ¿cómo podría fracasar Pixies?, sobre todo cuando su legión de seguidores ha crecido año tras año, si el grupo acuñó el estilo que muchos seguirían (simplemente Nevermind de Nirvana no hubiera llegado a ninguna parte si no hubiera existido Doolittle de Pixies y ningún indie puede negar el impacto de sus cinco discos). Así que, ¿cómo podría fracasar un grupo que ha sido esperado durante tanto tiempo?.
Aquellos que tuvieron mucha paciencia a lo largo de la década de los 90s y que sólo vieron sus sueños medio cumplidos con una tonelada de recopilaciones, discos en vivo y lados B, ven su anhelo realizado con esa reunión que finalmente nos alcanza. Los fans (esos infernales seres que llevan cantando más de dos décadas no sólo el disco Doolittle y Where Is My Mind?) conocen el secreto, conocen la carrera de altibajos internos, letras cargadas de sarcasmo y violencia, saben perfectamente que cada canción refleja esas olas y la sensación de que enfrente tienes un gran grupo que debería permanecer en el anonimato, tan sólo para guardarlo de la mirada de extraños.
Pero Pixies ya no es el grupo para extraños, es la banda que regresó por dinero y que crea euforia (sobre todo en estos días en México) y la que nos muestra su peor cara en LoudQUIETLoud, el documental donde vemos todavía las rencillas, los problemas de comunicación, el atronador silencio y el siempre presente recuerdo de que el 14 de enero de 1993 el vocalista Black Francis disolvió el grupo a través de un amable fax.
Tal vez de la misma forma descubrieron la posibilidad de reunirse nuevamente, pero dejemos eso a un lado, no importan los motivos, las razones y el hecho de que sabemos que no nos darán una nueva producción discográfica... en este momento, en que los sueños finalmente se concretan, eso es lo que menos nos importa. La resurrección causa emoción, todas las canciones bizarras que han rozado nuestro cerebro durante años finalmente tendrán un sentido, aún así todo resultará como una pesadilla que se transforma en sueño húmedo, porque sólo existe una definición para Pixies, según su propio vocalista, “confusos”.
Si, tal vez nos van a saquear el bolsillo. Sí, habrá muchos villamelones. ¿Pero qué importa? Pixies finalmente viene a México.
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