Jaguares
Palacio de los Deportes
28/11/2009
Mucho ya deben saber que a lo largo de ya más de veinte años Saúl Hernández y compañía han hecho de sus conciertos una cita ritual, un momento que se vive intensamente por algunas horas. La noche del sábado la cita abarcó más de tres horas y aunque el público era reducido( tomando en cuenta los estándares de la banda) el Palacio de los Deportes se llenó de una furia melancólica al ver unos jaguares tocando sus éxitos, a veces iracundos y a veces suplicantes ante un público fiel y con excelente memoria. Una larga tela semitransparente cubría el escenario y pasadas las ocho de la noche aparecieron las figuras de Alfonso André, Marco Rentería, Diego Herrera, el Vampiro y Saúl para interpretar un tema “de los raros” y muy queridos: En la habitación de tu mente. Cayó el telón semitransparente y empezaron las canciones de 45 (millones de mexicanos pobres) último disco de la banda; a la par de temas como Detrás de los cerros o Dime Jaguar. El momento conmovedor vino cuando la hija de Saúl hizo coros en Píntame, una canción donde se pudo apreciar a un Saúl ya no como rockstar sino como un hombre de familia que arropaba a su pequeña.
Pronto acabo esa parte del show y vino un interludio donde la banda se desplazó del escenario hacia 5 plataformas colocadas alrededor de la pista del palacio. Ante los gritos desbordados y la emoción a flor de piel Jaguares tocó Imagíname, Quisiera ser alcohol, No me culpes y No importa. Cuando volvieron al escenario, el palacio al fin se sintió cómodo de explotar ante el clásico de Caifanes, Los Dioses Ocultos. Le siguieron otros clásicos como Afuera, No dejes que, Fin, Detrás de ti y Viento, a la par de canciones no tan famosas como Sombras en tiempos perdidos, Piedra y El elefante que fueron coreadas como si se tratara la misma célula que explota. Ya en el segundo encore y ya en la última hora de ese sábado, se anunciaron los acordes del cover que los llevó a la fama en la década de los ochentas. La famosa Negra Tomasa fue ejecutada por casi toda la alineación original de aquellos Caifanes de Mátenme porque me muero. El palacio convertido en salón de baile, gracias al evocador y magnífico teclado de Diego Herrera, se despidió de unos jaguares melancólicos, reaccionarios y al menos por esa noche, tan satisfechos como sus aliados.
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