Esta es una película que ya se ha visto antes…
La película nos muestra a una Renée Zellweger que interpreta a una trabajadora social de nombre Emily Jenkins. Una mujer entregada a su trabajo que día con día lidia con familias disfuncionales, violencia intrafamiliar y un largo etc.
Su “Caso 39” se trata de Lillith Sullivan, una niña de 10 años socialmente retraída y que vive bajo la amenaza constante de sus padres, una familia hermética y con problemas de comunicación (ya que el padre no habla cuando esta enojado y usa como vocera a su esposa… simple esclava emocional). Conforme avanza la película Emily interviene en el caso y salva a la pequeña Sullivan de las garras de sus padres enfermos que tratan de… dejémoslo en hacerle daño.
Lillith es interpretada por Jodelle Ferland, que vimos en 2006 en Silent Hill y que, a la par del ritmo de la película, sufre un cambio emocional y psicólogico, pasa de ser la niña débil y odiada a la niña manipuladora, y además deja ver entre escena y escena su “verdadera” cara. Recoge el elemento que a lo largo de las décadas funciona dentro del cine de horror… el mal encarnado en un infante.
Lo que puede salvar la película es una “Bridget Jones” en una película de terror, y algunos planos empanizados de suspenso. Y decía que esta película se había visto antes dado que meses atrás “La huérfana” manejaba una trama similar, en la que una niña era adoptada por una familia y poco a poco la gente que estaba a su alrededor sufría “accidentes”, cosa que también podemos ver en “Caso 39”.
La diferencia es que Esther nos tenía una sorpresa, ya que al final con un buen giro de tuerca todas las interrogantes se respondían y los cabos sueltos se amarraban, la huérfana sería una bastarda de edad avanzada y de estatura minúscula. Es una lástima que en “Caso 39” el director se empeñe desde el primer momento en destriparnos el giro argumental que se supone tiene la película.
“La huérfana” y “Caso 39” son dos películas desamparadas, paridas por la misma matriz cinematográfica, el cine de horror.
La película nos muestra a una Renée Zellweger que interpreta a una trabajadora social de nombre Emily Jenkins. Una mujer entregada a su trabajo que día con día lidia con familias disfuncionales, violencia intrafamiliar y un largo etc.
Su “Caso 39” se trata de Lillith Sullivan, una niña de 10 años socialmente retraída y que vive bajo la amenaza constante de sus padres, una familia hermética y con problemas de comunicación (ya que el padre no habla cuando esta enojado y usa como vocera a su esposa… simple esclava emocional). Conforme avanza la película Emily interviene en el caso y salva a la pequeña Sullivan de las garras de sus padres enfermos que tratan de… dejémoslo en hacerle daño.
Lillith es interpretada por Jodelle Ferland, que vimos en 2006 en Silent Hill y que, a la par del ritmo de la película, sufre un cambio emocional y psicólogico, pasa de ser la niña débil y odiada a la niña manipuladora, y además deja ver entre escena y escena su “verdadera” cara. Recoge el elemento que a lo largo de las décadas funciona dentro del cine de horror… el mal encarnado en un infante.
Lo que puede salvar la película es una “Bridget Jones” en una película de terror, y algunos planos empanizados de suspenso. Y decía que esta película se había visto antes dado que meses atrás “La huérfana” manejaba una trama similar, en la que una niña era adoptada por una familia y poco a poco la gente que estaba a su alrededor sufría “accidentes”, cosa que también podemos ver en “Caso 39”.
La diferencia es que Esther nos tenía una sorpresa, ya que al final con un buen giro de tuerca todas las interrogantes se respondían y los cabos sueltos se amarraban, la huérfana sería una bastarda de edad avanzada y de estatura minúscula. Es una lástima que en “Caso 39” el director se empeñe desde el primer momento en destriparnos el giro argumental que se supone tiene la película.
“La huérfana” y “Caso 39” son dos películas desamparadas, paridas por la misma matriz cinematográfica, el cine de horror.
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